sábado, 5 de enero de 2008

SOLAMENTE BOGOTÁ

Tras las lejanas huellas de alguna pesada compañía,
volteo la vista hacia las calles de mi ciudad;
es entonces cuando encuentro el rostro de la esperanza,
el cuerpo de la lujuria,
la mirada de un adios,
las manos de la constante lucha
que cotidianamente reflejan los otros.

Pero en esas huellas que van marcando mi camino,
Encuentro además el retrato fijo,
De una generacion que camina descalza,
Atravesando las increíbles rutas
Del tiempo perecedero que marcha sobre ajenas sendas,
Enseñándome así a desnudar mis cadenas
Y confrontar mi poco luchar con el de otros maravillosos seres.

Querida y casi omnipresente ciudad,
En las escabrosas rutas de mi destino que llora,
Tambien se encuentra mi corazón erguido de tu presencia
Y tú, amada capital, que tambien lloras de vez en cuando
Pero que evocas a sutil estampa en cada una de las arterias de tu impreciso cuerpo;
Permanecerás para enamorar a otras generaciones
Que ávidas de esperanza, de energía y de sueños,
Vendrán a ti trayendo nuevos soles para estos añejos vientos.

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